viernes, 22 de febrero de 2013


     

El Romance del Conde de Lara (I)


          Durante el verano de 1930, Ramón Menéndez Pidal y María Goyri, en compañía de su hijo menor Gonzalo, viajan por Asturias y Cantabria con el propósito de presenciar (o volver a pre­senciar) los bailes regionales o locales relacionados con el Romancero ("los bailes romanceados"). 

         Sin duda, las aficiones fotográficas de Gonzalo influyen en la incorporación de documentación gráfica al proyecto de Epopeya y Romancero, ya que, en estas jornadas, no se conforman con "des­cribir" los bailes, sino que, a la vez, los filman. Desde luego, los viajeros no asisten a unos actos folklóricos espontáneos, sino a unos bailes que se organizan con ocasión de la visita del ilustre Pre­sidente de la Academia Española y atraen a la prensa regional  y hasta a las autoridades locales.


Menéndez Pidal y su esposa María Goyri.

        La gira de Menéndez Pidal comenzó por Cantabria. En Ruiloba le esperaba un baile a lo llano, que el médico Prudencio Fernández Regatillo organizó en honor suyo y del doctor Ángel Gutiérrez, el ilustre montañés emigrado a Buenos Aires, mecenas del Atlas lin­güístico y del Romancero que Menéndez Pidal estaba preparando. María Goyri, con algunas adiciones y correcciones de Ramón Menéndez Pidal (que destaco entre corchetes) describió así el espectáculo en un apunte manuscrito:

    "Es 31 de julio de 1930. Desde Santander a Ruiloba. El pueblo nos recibe en fiesta; todos es­tán en la plaza. Los danzadores con sendas varas adornadas de colores, simbolizando las lan­zas, forman con ellos túnel para que pasemos por debajo a entrar en el Ayuntamiento. Allí nos entregan copias del romance que cantarán.

En la plaza de la "casetuca", del Barrio

       Vamos a la plaza, pequeña, tal como es el pueblo. Los danzantes van con camisa y pantalón blancos, ceñidos con fajas de colores. Las mozas llevan largos y amplios refajos de paño, unos granate, otros morados, adornados con franjas de terciopelo del mismo color, camisas blancas, y corpiños. Seis mozas [puestas en fila] tocan el pandero, zarandeándolo con golpes que dan en el aro con la mano derecha, [y comienzan el canto del primer verso de 16 sílabas]. Las otras mo­zas andan dispersas y los mozos forman grupo. Uno de estos [mozos] se destaca, repica las cas­tañuelas y bailando se dirige a una moza, [al llegar] ante la cual hace una [profunda inclinación del cuerpo], ella le desdeña y él se retira bailando siempre de cara a ella; pero no se da por ven­cido, sino que vuelve una segunda vez sin lograr su propósito, y una tercera, esforzándose pro­gresivamente en los saltos y trenzados. [Al acabar esta tercera reverencia, obtiene un gesto de aceptación] de la moza, la cual sale bailando majestuosamente con movimiento reposado de los brazos que lleva casi caídos. El refajo campanea lentamente; a veces parece que la moza esquiva al mozo y casi de espaldas le mira de soslayo, mientras que él repiquetea y baila sin descanso sin perderla un momento de vista. Mientras esta pareja baila al rededor de la plaza, otro mozo ha conquistado a otra moza y así se continúa hasta que ya todos están en la danza. Van luego [re­tirándose a descansar al lado de las cantadoras en el orden que empezaron]; el mozo hace reve­rencia a la moza, a la que ella contesta con un gracioso movimiento de las manos y la cabeza".

  Ninu, de Trasierra, y Danielín de Liandres


          Todo el tiempo que dura la danza las mozas de los panderos siguen tocando y cantan el ro­mance del Conde Sol: Dos versos (de 8 sílabas), ligera pausa, durante la que inclinan hacia adelante los panderos; repican estos igual tiempo que el que tardaron en cantar, y vuelve a en­tonar otros dos versos.


        El pueblo de Ruiloba "porque es danzante más que futbolero" (como diría en un "soneto", escrito para esa ocasión, el Secretario del Juzgado)  había recobrado en 1919 la danza, des­pués de prolongado olvido, y en aquel año de 1930 se sentía orgulloso del éxito que con ella había alcanzado en "El Pueblo Español", de la Exposición de Barcelona de 1929-1930. A la fies­ta del 31 de Julio de 1930 acudió incluso el Gobernador de la Provincia, Juan Díaz Caneja, y el espectáculo dio lugar a que el periódico gráfico, de difusión nacional, "Estampa" dedicara al Baile a lo llano un extenso reportaje (9-IX-1930), muy bien ilustrado.




Del blog "La cuesta del zarzal".

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